El proyecto de la Central Hidroeléctrica Osorno, de la Empresa Hidroeléctrica Pilmaiquén S.A., pretende construir una represa sobre el río Pilmaiquén, produciendo un embalse de aproximadamente 18 kilómetros sobre el cauce del mismo río, hasta el estero Mencahue, a la altura de la comunidad de Maihue. Ver a continuación documento del Historiador Martín Correa...
FUENTE: Mapuexpress
EL TERRITORIO MAPUCHE DE MAIHUE/CARIMALLIN/EL ROBLE Y EL ESPACIO SAGRADO KINTUANTE: LA CONSOLIDACION DE LA USURPACION
Autor: MARTIN CORREA CABRERA, Historiador. Noviembre de 2011.-
1. LA IMPORTANCIA DE KINTUANTE PARA LAS FAMILIAS MAPUCHE Y LAS IRREGULARIDADES EN EL PROCESO DE CALIFICACIÓN AMBIENTAL
El proyecto de la Central Hidroeléctrica Osorno, de la Empresa Hidroeléctrica Pilmaiquén S.A., pretende construir una represa sobre el río Pilmaiquén, produciendo un embalse de aproximadamente 18 kilómetros sobre el cauce del mismo río, hasta el estero Mencahue, a la altura de la comunidad de Maihue, en virtud del permiso ambiental evacuado el 30 de junio de 2009 por la Dirección Ejecutiva de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), el que a nuestro juicio carece de múltiples irregularidades y contraviene las normativas legales que el propio Estado chileno se ha dado, en un afán por aprobar el Proyecto a como dé lugar.
En primer lugar, la construcción de la Central Hidroeléctrica constituirá, necesariamente, un impacto invaluable sobre la población mapuche williche emplazada en el área de influencia de las obras. Al respecto, el Estudio de Impacto Ambiental presentado por la empresa debió integrar una caracterización del medio humano del área de influencia del proyecto. Incluyendo en dicha caracterización “información y análisis de la dimensión geográfica, demográfica y antropológica, socioeconómica y de bienestar social y otros similares que aporten información relevante sobre la calidad de vida de las comunidades afectadas”, como también “los sistemas de vida y las costumbres de los grupos humanos, poniendo especial énfasis en las comunidades protegidas por leyes especiales”.
Sin embargo, la “Caracterización del área de influencia-línea base” presentada por la Empresa Hidroeléctrica Pilmaiquén S.A. adolece de insuficiencia y desconocimiento, llegando a señalarse que “en el área de emplazamiento del proyecto no existen comunidades humanas protegidas por leyes especiales”, como lo es la Ley Indígena 19.253. Lo anterior es de una absoluta e interesada ignorancia, desconociendo la presencia ancestral de las comunidades ribereñas y aledañas del río PIlmaiquen como son las de Maihue, el Roble-Carimallín y Lumaco, como también de las familias mapuche de Mantilhue, aguas arriba del proyecto.
Luego, el artículo 11, letra d del Reglamento de Evaluación de Impacto Ambiental, señala que “A objeto de evaluar si su proyecto o actividad, respecto a su área de influencia, genera o presenta alteración de monumentos, sitios con valor antropológico, arqueológico, histórico y, en general, los pertenecientes al patrimonio cultural, se considerará […] la proximidad a lugares o sitios en que se lleven a cabo manifestaciones propias de la cultura o folklore de algún pueblo, comunidad o grupo humano”.
En el estudio presentado por la empresa se desconoce la presencia, y para qué decir la importancia, del complejo ceremonial religioso en el que habita el Ngen Kintuante, espíritu tutelar del río Pilmaiquen, y de las familias mapuche del sector, como también de las familias mapuche de Mantilhue, emplazada aguas arriba del río Pilmaiquen, e incluso de las comunidades de San Juan de la Costa, de la costa de Osorno, las que desde antaño acuden al espacio ceremonial a solicitar permiso para la realización del Lepún, el ngillatun williche, luego de tres días a caballo, para luego retornar a la roca del Abuelito Huentiao, ubicada en el mar de Pucatrihue, constituyendo una de las manifestaciones rituales más importantes de la cultura mapuche. Así entendido, Su desaparición constituiría un ataque abierto a la religiosidad del pueblo mapuche williche, un atentado a la continuidad de sus prácticas rituales y un daño al patrimonio cultural de dicho pueblo, contraviniendo abiertamente la Ley Indígena 19.253, en la que se estipula que “Es deber de la sociedad en general y del Estado en particular, a través de sus instituciones respetar, proteger y promover el desarrollo de los indígenas y sus culturas, familias y comunidades”.
El desconocimiento de la importancia del complejo ceremonial no es excusable para los organismos del Estado, más aún si ésta fue claramente descrita en el recurso de Protección interpuesto por las autoridades de las comunidades ante la Corte de Apelaciones de Valdivia, en el que señala: “Cada año en época estival y desde tiempos ancestrales los lepuntufe (autoridad tradicional mapuche encargada de dirigir el Lepun) y nguillatufe (autoridad tradicional mapuche encargada de dirigir el Nguillatun) de las comunidades de Maihue, El Roble y Mantilhue se dirigen al complejo religioso y ceremonial ubicado en el sector de Maihue – Carimallin, en la ribera norte del Rio Pilmaiquen. Ahí se realiza la rogativa a los Ngen Mapu Quintuante y Quilen Wentru (espíritu Machi, médico mapuche). Ambos espíritus son protectores y viven en este renü (morada de los espíritus sagrados), donde está el nguillatuwe ancestral (antiguo lugar donde se realizaba las rogativas locales), el eltun (cementerio indígena), el trayenco (cascada cascabel), y el menoco (pantano existente en el lugar del que se extraen plantas medicinales”).
A lo anterior sumamos el que la presencia e importancia de Kintuante es parte fundamental en la memoria comunitaria, como se desprende del testimonio de doña Rosa Barrientos Licandeo, viviente en el sector y vecina directa del complejo ceremonial, quien recuerda “Yo oía conversar a los antiguos antes eso. Mi mamá viva en Lumaco Bajo y venía al Lepun aquí, y ella conversaba como fue eso, como pasó, ese hombre que se encantó, así decían. Pero ese es un hombre así como todos no más, decían, y después se encantó, y fue nacido por ahí mismo, donde le dicen Kintuante. Iban todos ahí, dicen, que se encantó ahí y tiene que estar ahí. Yo oía conversar a mis mayores que oían eso ellos, que iba gente a medicinarse, que él hacía friegas allá abajo. Según se oía que tenía un compañero allá abajo, Kilenhuentro según se conversaban los antiguos, que iba a conversar, entonces la gente aquí iba a escuchar como hablaban, y dicen que era como pajarito el que conversaba con él, como pajarito no más, y lo iba a escuchar la gente ahí, atrás, cuando él iba conversar allá abajo”.
A mayor abundamiento, su importancia fue reconocida por el “Informe de Terreno de la localidad de Carimallin El Roble”, preparado por Cesar Millahueique, Encargado del Área Patrimonio Cultural Indígena del Consejo de Monumentos Nacionales, en el que se sentencia: “Nos asiste el deber de señalar la falta de validez y parcialidad del informe sobre impacto cultural, identificado como Anexo I del Estudio de Impacto Ambiental. No es sostenible afirmar que la ejecución del proyecto Central Hidroeléctrica Osorno generará “nulo impacto sobre el Patrimonio Cultural, tanto arqueológico como histórico”. Carece de validez, porque la desaparición de este espacio lesiona significativamente el patrimonio histórico de las comunidades williche, en tanto éste es parte de la memoria viva, actualizada periódicamente a través de las prácticas rituales”.
Es decir, desconocer la importancia del complejo ceremonial que se pretende inundar por la Central Hidroeléctrica Osorno, y de sus efectos sobre las comunidades y la cosmovisión mapuche, no se entiende si no es de mala fe e interesada, tanto de la empresa Pilmaiquen S.A. como –y sobre todo- de las autoridades del Estado chileno, que deben velar por el cumplimiento de las leyes que se ha dado a sí mismo, pero que una vez más cuando entran en contradicción los derechos de los pueblos indígenas con los intereses de particulares poderosos no entran en vigor. Cuando hablamos de particulares poderosos nos referimos a, entre otros, a Bruno Philippi Irarrázaval, uno de los cerebros de la privatización de las empresas eléctricas en la dictadura, donde se hizo de la central hidroeléctrica Pilmaiquén, y a Hernán Büchi Buc, máximo exponente del proceso de privatización de las empresas públicas entre 1985 y 1989, ambos directores de la empresa Pilmaiquen S.A.
Finalmente, todos los antecedentes señalados estaban además en conocimiento de la CONADI, según se desprende del testimonio de Prosperina Queupuan, quien el 20 abril 2011 señaló a Radio BioBio que “trabajó en Conadi entre los años 2008 y 2009 y fue testigo del momento en que se solicitaron los antecedentes para este proyecto y la institución consideró que éste no era viable. Comentó que en esa oportunidad se emitió un documento en contra de la construcción, pero como se instalará en un terreno particular las comunidades no pueden hacer nada, sabiendo que afectará la religiosidad de las organizaciones mapuche.”
Lo anterior se inserta en la idea de desvirtuar, por un lado, los dichos de la Empresa Pilmaiquén S.A. y de los organismos del Estado chileno que se empeñan en desconocer la presencia antigua y sostenida en el área de familias mapuche, y, por otro lado, plantear que es un conflicto “entre particulares”, argumento profusamente utilizado por el poder político cuando se trata de defender empresas forestales y megaproyectos en territorio indígena.
Pero aún si así fuera, asumimos que el no tener la propiedad privada o el dominio legal sobre el espacio donde se emplaza un sitio ceremonial sagrado no implica que no se tenga derechos sobre el mismo, y sobre todo deberes sobre el mismo, la obligación de cuidarlo, agradecerle y respetarlo, como lo hacen las comunidades williche del área.
A nuestro entender no es sólo un “conflicto entre particulares”, es un conflicto en que el Estado chileno tiene mucho que ver, y se remonta al momento en que se constituye la propiedad particular en el área, asunto no menor porque es precisamente allí donde se sustrae del dominio mapuche el territorio en cuestión, a través de un conjunto de maniobras que también –como ahora- caen en la utilización de engañosos mecanismos cuando no en la abierta ilegalidad, mecanismos de los cuales existen una serie de antecedentes, los que incluso en su momento fueron denunciados por instituciones del propio Estado chileno, como el Ministerio de Tierras y Colonización, que forman parte fundamental en la memoria histórica de las comunidades del sector, y constituyen la base de la defensa territorial y las acciones de resistencia actual de las familias mapuche.
De aquí se desprende la necesidad de hacer un examen profundo respecto de la propiedad en el área de inundación, en el Complejo ceremonial donde habita Kintuante y donde se emplazan un Nguillatue y un antiguo cementerio mapuche.
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EL TERRITORIO MAPUCHE DE MAIHUE/CARIMALLIN/EL ROBLE Y EL ESPACIO SAGRADO KINTUANTE: LA CONSOLIDACION DE LA USURPACION / MARTIN CORREA CABRERA /
FUENTE: Mapuexpress
EL TERRITORIO MAPUCHE DE MAIHUE/CARIMALLIN/EL ROBLE Y EL ESPACIO SAGRADO KINTUANTE: LA CONSOLIDACION DE LA USURPACION
Autor: MARTIN CORREA CABRERA, Historiador. Noviembre de 2011.-
1. LA IMPORTANCIA DE KINTUANTE PARA LAS FAMILIAS MAPUCHE Y LAS IRREGULARIDADES EN EL PROCESO DE CALIFICACIÓN AMBIENTAL
El proyecto de la Central Hidroeléctrica Osorno, de la Empresa Hidroeléctrica Pilmaiquén S.A., pretende construir una represa sobre el río Pilmaiquén, produciendo un embalse de aproximadamente 18 kilómetros sobre el cauce del mismo río, hasta el estero Mencahue, a la altura de la comunidad de Maihue, en virtud del permiso ambiental evacuado el 30 de junio de 2009 por la Dirección Ejecutiva de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), el que a nuestro juicio carece de múltiples irregularidades y contraviene las normativas legales que el propio Estado chileno se ha dado, en un afán por aprobar el Proyecto a como dé lugar.
En primer lugar, la construcción de la Central Hidroeléctrica constituirá, necesariamente, un impacto invaluable sobre la población mapuche williche emplazada en el área de influencia de las obras. Al respecto, el Estudio de Impacto Ambiental presentado por la empresa debió integrar una caracterización del medio humano del área de influencia del proyecto. Incluyendo en dicha caracterización “información y análisis de la dimensión geográfica, demográfica y antropológica, socioeconómica y de bienestar social y otros similares que aporten información relevante sobre la calidad de vida de las comunidades afectadas”, como también “los sistemas de vida y las costumbres de los grupos humanos, poniendo especial énfasis en las comunidades protegidas por leyes especiales”.
Sin embargo, la “Caracterización del área de influencia-línea base” presentada por la Empresa Hidroeléctrica Pilmaiquén S.A. adolece de insuficiencia y desconocimiento, llegando a señalarse que “en el área de emplazamiento del proyecto no existen comunidades humanas protegidas por leyes especiales”, como lo es la Ley Indígena 19.253. Lo anterior es de una absoluta e interesada ignorancia, desconociendo la presencia ancestral de las comunidades ribereñas y aledañas del río PIlmaiquen como son las de Maihue, el Roble-Carimallín y Lumaco, como también de las familias mapuche de Mantilhue, aguas arriba del proyecto.
Luego, el artículo 11, letra d del Reglamento de Evaluación de Impacto Ambiental, señala que “A objeto de evaluar si su proyecto o actividad, respecto a su área de influencia, genera o presenta alteración de monumentos, sitios con valor antropológico, arqueológico, histórico y, en general, los pertenecientes al patrimonio cultural, se considerará […] la proximidad a lugares o sitios en que se lleven a cabo manifestaciones propias de la cultura o folklore de algún pueblo, comunidad o grupo humano”.
En el estudio presentado por la empresa se desconoce la presencia, y para qué decir la importancia, del complejo ceremonial religioso en el que habita el Ngen Kintuante, espíritu tutelar del río Pilmaiquen, y de las familias mapuche del sector, como también de las familias mapuche de Mantilhue, emplazada aguas arriba del río Pilmaiquen, e incluso de las comunidades de San Juan de la Costa, de la costa de Osorno, las que desde antaño acuden al espacio ceremonial a solicitar permiso para la realización del Lepún, el ngillatun williche, luego de tres días a caballo, para luego retornar a la roca del Abuelito Huentiao, ubicada en el mar de Pucatrihue, constituyendo una de las manifestaciones rituales más importantes de la cultura mapuche. Así entendido, Su desaparición constituiría un ataque abierto a la religiosidad del pueblo mapuche williche, un atentado a la continuidad de sus prácticas rituales y un daño al patrimonio cultural de dicho pueblo, contraviniendo abiertamente la Ley Indígena 19.253, en la que se estipula que “Es deber de la sociedad en general y del Estado en particular, a través de sus instituciones respetar, proteger y promover el desarrollo de los indígenas y sus culturas, familias y comunidades”.
El desconocimiento de la importancia del complejo ceremonial no es excusable para los organismos del Estado, más aún si ésta fue claramente descrita en el recurso de Protección interpuesto por las autoridades de las comunidades ante la Corte de Apelaciones de Valdivia, en el que señala: “Cada año en época estival y desde tiempos ancestrales los lepuntufe (autoridad tradicional mapuche encargada de dirigir el Lepun) y nguillatufe (autoridad tradicional mapuche encargada de dirigir el Nguillatun) de las comunidades de Maihue, El Roble y Mantilhue se dirigen al complejo religioso y ceremonial ubicado en el sector de Maihue – Carimallin, en la ribera norte del Rio Pilmaiquen. Ahí se realiza la rogativa a los Ngen Mapu Quintuante y Quilen Wentru (espíritu Machi, médico mapuche). Ambos espíritus son protectores y viven en este renü (morada de los espíritus sagrados), donde está el nguillatuwe ancestral (antiguo lugar donde se realizaba las rogativas locales), el eltun (cementerio indígena), el trayenco (cascada cascabel), y el menoco (pantano existente en el lugar del que se extraen plantas medicinales”).
A lo anterior sumamos el que la presencia e importancia de Kintuante es parte fundamental en la memoria comunitaria, como se desprende del testimonio de doña Rosa Barrientos Licandeo, viviente en el sector y vecina directa del complejo ceremonial, quien recuerda “Yo oía conversar a los antiguos antes eso. Mi mamá viva en Lumaco Bajo y venía al Lepun aquí, y ella conversaba como fue eso, como pasó, ese hombre que se encantó, así decían. Pero ese es un hombre así como todos no más, decían, y después se encantó, y fue nacido por ahí mismo, donde le dicen Kintuante. Iban todos ahí, dicen, que se encantó ahí y tiene que estar ahí. Yo oía conversar a mis mayores que oían eso ellos, que iba gente a medicinarse, que él hacía friegas allá abajo. Según se oía que tenía un compañero allá abajo, Kilenhuentro según se conversaban los antiguos, que iba a conversar, entonces la gente aquí iba a escuchar como hablaban, y dicen que era como pajarito el que conversaba con él, como pajarito no más, y lo iba a escuchar la gente ahí, atrás, cuando él iba conversar allá abajo”.
A mayor abundamiento, su importancia fue reconocida por el “Informe de Terreno de la localidad de Carimallin El Roble”, preparado por Cesar Millahueique, Encargado del Área Patrimonio Cultural Indígena del Consejo de Monumentos Nacionales, en el que se sentencia: “Nos asiste el deber de señalar la falta de validez y parcialidad del informe sobre impacto cultural, identificado como Anexo I del Estudio de Impacto Ambiental. No es sostenible afirmar que la ejecución del proyecto Central Hidroeléctrica Osorno generará “nulo impacto sobre el Patrimonio Cultural, tanto arqueológico como histórico”. Carece de validez, porque la desaparición de este espacio lesiona significativamente el patrimonio histórico de las comunidades williche, en tanto éste es parte de la memoria viva, actualizada periódicamente a través de las prácticas rituales”.
Es decir, desconocer la importancia del complejo ceremonial que se pretende inundar por la Central Hidroeléctrica Osorno, y de sus efectos sobre las comunidades y la cosmovisión mapuche, no se entiende si no es de mala fe e interesada, tanto de la empresa Pilmaiquen S.A. como –y sobre todo- de las autoridades del Estado chileno, que deben velar por el cumplimiento de las leyes que se ha dado a sí mismo, pero que una vez más cuando entran en contradicción los derechos de los pueblos indígenas con los intereses de particulares poderosos no entran en vigor. Cuando hablamos de particulares poderosos nos referimos a, entre otros, a Bruno Philippi Irarrázaval, uno de los cerebros de la privatización de las empresas eléctricas en la dictadura, donde se hizo de la central hidroeléctrica Pilmaiquén, y a Hernán Büchi Buc, máximo exponente del proceso de privatización de las empresas públicas entre 1985 y 1989, ambos directores de la empresa Pilmaiquen S.A.
Finalmente, todos los antecedentes señalados estaban además en conocimiento de la CONADI, según se desprende del testimonio de Prosperina Queupuan, quien el 20 abril 2011 señaló a Radio BioBio que “trabajó en Conadi entre los años 2008 y 2009 y fue testigo del momento en que se solicitaron los antecedentes para este proyecto y la institución consideró que éste no era viable. Comentó que en esa oportunidad se emitió un documento en contra de la construcción, pero como se instalará en un terreno particular las comunidades no pueden hacer nada, sabiendo que afectará la religiosidad de las organizaciones mapuche.”
Lo anterior se inserta en la idea de desvirtuar, por un lado, los dichos de la Empresa Pilmaiquén S.A. y de los organismos del Estado chileno que se empeñan en desconocer la presencia antigua y sostenida en el área de familias mapuche, y, por otro lado, plantear que es un conflicto “entre particulares”, argumento profusamente utilizado por el poder político cuando se trata de defender empresas forestales y megaproyectos en territorio indígena.
Pero aún si así fuera, asumimos que el no tener la propiedad privada o el dominio legal sobre el espacio donde se emplaza un sitio ceremonial sagrado no implica que no se tenga derechos sobre el mismo, y sobre todo deberes sobre el mismo, la obligación de cuidarlo, agradecerle y respetarlo, como lo hacen las comunidades williche del área.
A nuestro entender no es sólo un “conflicto entre particulares”, es un conflicto en que el Estado chileno tiene mucho que ver, y se remonta al momento en que se constituye la propiedad particular en el área, asunto no menor porque es precisamente allí donde se sustrae del dominio mapuche el territorio en cuestión, a través de un conjunto de maniobras que también –como ahora- caen en la utilización de engañosos mecanismos cuando no en la abierta ilegalidad, mecanismos de los cuales existen una serie de antecedentes, los que incluso en su momento fueron denunciados por instituciones del propio Estado chileno, como el Ministerio de Tierras y Colonización, que forman parte fundamental en la memoria histórica de las comunidades del sector, y constituyen la base de la defensa territorial y las acciones de resistencia actual de las familias mapuche.
De aquí se desprende la necesidad de hacer un examen profundo respecto de la propiedad en el área de inundación, en el Complejo ceremonial donde habita Kintuante y donde se emplazan un Nguillatue y un antiguo cementerio mapuche.
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