Angostura: La hidroeléctrica que vuelve a despertar al Bío Bío

“Fue Ralco, Pangue y ahora Angostura, el nuevo proyecto de Colbún”, ese fue el slogan estampado en un lienzo abierto de par en par frente a las oficinas de la CONAMA, acompañado de cantos y otras pancartas en contra de la hidroeléctrica. Reportaje de Fundación Terram...

En la imagen: Puente que une Santa Bárbara con Quilaco, en mayo del 2008 el río Bío Bío se encuentra seco producto de la intervención de las represas.-

FUENTE: Fundación Terram

Provincia del Bío Bío - Primero fue Pangue, luego Ralco y ahora Angostura. Colbún planea construir la tercera represa del río Bío Bío, con una inversión de US$ 500 millones, la que amenaza con inundar dos sectores de Santa Bárbara y Quilaco (Octava Región). Los opositores hasta ficharon a las hermanas Quintremán, símbolo de la férrea oposición a Ralco, para demostrar que la hidroeléctrica estará emplazada en territorio pehuenche. Lo anterior es relevante ya que el Estado se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a no hacer más represas en sus reductos. Ciperchile.cl, 04 de diciembre de 2008.

Samuel Rubilar prefiere no acordarse de cuántos años tiene, pero cree que ya es tiempo de jubilarse. Vive de sus ovejas y hace más de una década que no tiene patrón. Lo tuvo durante los cuarenta años en que fue inquilino de un fundo en el alto Bío Bío. El trabajo lo heredó de su padre y terminó cuando Endesa construyó la central hidroeléctrica Pangue. Entonces, firmó un documento que le pasó la empresa y que le leyeron, porque él no sabe hacerlo, y emigró río abajo, cerca de Santa Bárbara, a un sector llamado Los Notros.

Dice que lo bueno es que desde entonces ya no depende de los antojos de un patrón y tiene su tierra. Junto a nueve hermanos comparte la propiedad de cuatro hectáreas y una casa de madera que les dio en compensación Endesa. Lo malo: antes tenían agua gratis y ahora apenas les alcanza para regar una huerta y algunos árboles frutales. Tampoco hay leña. Y ahora -cuenta-, tendrá que sacar los frutales que ha plantado y llevárselos, porque se construirá una represa que nuevamente inundará justo el lugar donde vive. Samuel está convencido de que la central hidroeléctrica se hará sí o sí, como asegura que se lo ha dicho el representante de Colbún en tres reuniones.

- A ése le creo yo -reafirma Rubilar, un hombre de pocas palabras.

Lo cierto es que el proyecto se llama Angostura, contempla una inversión de US$ 500 millones para producir 316 MW de energía, equivalentes al 3,7% del sistema interconectado central (SIC), que entrega electricidad de Tal Tal a Chiloé. Su estudio de impacto ambiental fue presentado el 2 de septiembre pasado y está en los últimos días de la etapa de participación ciudadana. Eso significa que las autoridades todavía no lo autorizan. Lo que sí se sabe es que el estudio ha recibido 210 observaciones de los servicios públicos.

Si Angostura se aprueba, 126 personas deberían ser relocalizadas de las cuales, según el catastro hecho por Colbún, 75% vive bajo la línea de la pobreza y tiene escaso nivel educacional. Como Samuel Rubilar, muchos no saben siquiera leer. Y pese a la cercanía con las dos centrales ubicadas río arriba, el 21% no tiene luz eléctrica.

Sería el tercer embalse en intervenir el curso del río Bio Bio, luego de la construcción de Pangue y Ralco. El potencial hidroeléctrico de la cuenca fue estudiado en los años 60 por Endesa –entonces empresa pública–, que determinó que podían construirse allí seis centrales. El bosquejo estaba hecho, pero comenzó a ejecutarse recién en los ‘90, con la compañía ya privatizada. Y pese a conocerse la posible ubicación de los futuros embalses, Endesa relocalizó en Los Notros a cinco familias –entre ellas la de Samuel Rubilar- a terrenos que podrían ser inundados.

Esta historia y sobre todo la traumática experiencia de la construcción de Ralco, es lo que hace más complejo el avance de Angostura. A esto se suman los conflictos de cada uno de los proyectos eléctricos que se tramitan actualmente: en todas partes la ciudadanía se organiza rápidamente para rechazar los impactos negativos que podrían ocasionar en sus vidas. Y ello pese a las evidentes restricciones energéticas que ha vivido el país en los últimos años. Angostura no es la excepción.

Ralco, la central hidroeléctrica más grande construida hasta ahora en Chile, marcó un hito. No sólo porque fue la primera en someterse –voluntariamente- a un estudio de impacto ambiental, sino por la dura resistencia de los pehuenches afectados por la inundación. Están en la retina de todo el país las manifestaciones, la oposición de activistas extranjeros y el desgaste que significó para el gobierno de Eduardo Frei, quien respaldó firmemente el proyecto. El rechazo en la zona recrudeció el 2006, cuando debido a un temporal inusualmente intenso, Ralco abrió sus compuertas. Una enorme crecida dejó serias inundaciones río abajo. Se dice que habría pasado lo mismo sin la central, pero quienes viven en la ribera no piensan lo mismo.

“El proyecto Angostura no tiene nada de extraordinario; y en términos ambientales es bastante predecible. El tema es la localización: se va a instalar en una zona que viene saliendo del terrible conflicto de Ralco y que le cambió la vida a la gente para bien o para mal”, reconoce el director regional de la Conama, Bolívar Ruiz. Si bien se excusa de emitir juicios para no inhabilitarse en la votación del estudio de impacto ambiental, reconoce otra de las complejidades: “Hay que vivir todos los días ahí para darse cuenta que el susto es comprensible. Vivir al lado de una represa, sobre todo aguas abajo, no debe ser ningún chiste”.

Comparativamente, la capacidad del embalse de Angostura sería la mitad de la de Pangue y doce veces menor que la de Ralco. A diferencia de ambas, no se ubicaría en el alto Bío Bío, sino aguas abajo, inundando zonas de las comunas de Santa Bárbara y Quilaco. Rápidamente surgieron movimientos opositores: Aguas Libres y Huequecura Libre, que lleva el nombre de un afluente del Bio Bio en cuya confluencia se ubicaría el proyecto.

Los activistas viajaron la semana pasada a Santiago a reunirse con la ministra de Medio Ambiente, Ana Lya Uriarte. Vinieron acompañados de Berta y Nicolasa Quintremán, las famosas “Ñañas” que obstaculizaron hasta último minuto la construcción de Ralco. Ambas viven a kilómetros de distancia del emplazamiento que tendría Angostura y su presencia buscaba reforzar el punto emblemático de su nueva batalla: la central se instalaría en territorio pehuenche.


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